En este texto llamaremos hermosura al efecto que causan las cosas reales cuando las percibimos como si fuéramos capaces de incorporarnos a ellas, como si participáramos de su esencia, y llamaremos arte a la capacidad que tienen algunas personas de conducirnos a la percepción de tal efecto.
Estábamos citados con Natalia Leiva en una parada de autobuses frente al mar, el lugar de su ciudad, Algeciras, que ella eligió. En la cafetería próxima nos cuenta su trayectoria. Trabajó como comercial de concesionarios de automóviles y vehículos industriales durante muchos años. Considera que allí aprendió a escuchar, a interesarse por las vidas ajenas. Dejó esa actividad para dedicarse a aprender fotografía. No para practicarla porque, aunque reconoce que siempre tuvo esa inquietud, se sentía incapaz de conseguir buenas imágenes, no sólo porque no dominara la tecnología o la técnica sino porque ni siquiera estaba segura de qué quería conseguir.