Personajes históricos del Campo de Gibraltar. Diego de Salinas, gobernador de Gibraltar en agosto de 1704.

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Autor: ANTONIO TORREMOCHA SILVA.

Diego de Salinas, gobernador de Gibraltar en agosto de 1704.

El día 1 de agosto del año 1704, la escuadra anglo-holandesa, formada por ciento veinte navíos y mandada por el almirante inglés George Rooke, transportando nueve mil nombres para el desembarco dirigidos por el príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt, arribó a la bahía de Algeciras. Aquella acción de la armada anglo-holandesa se enmarcaba en la llamada Guerra de Sucesión Española, que estalló a la muerte del último rey de la Casa de Austria, Carlos II, sin dejar descendencia. El trono de España se lo disputaban el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV. A Felipe le apoyaban Francia, los territorios de la Corona de Castilla y Portugal (hasta el año 1703); al Archiduque, gran parte de la Corona de Aragón, el Sacro Imperio Germánico, Holanda e Inglaterra.
La defensa de Gibraltar, a principios del siglo XVIII, se hallaba encomendada a Diego de Salinas, su gobernador, y la responsabilidad civil y administrativa recaía en el alcalde mayor, Cayo Antonio Prieto.
Diego de Salinas había nacido el 3 de agosto de 1649 en Madrid. Comenzó su carrera militar como paje del condestable don Íñigo Fernández de Velasco, aunque pronto accedió a la milicia, siendo nombrado alférez. Antes de haber cumplido veinte años era capitán de infantería. En 1685 era ya mariscal de campo de la infantería en la ciudad de Pamplona. En 1697, con el rango de general, fue destinado a Barcelona para que defendiera el Principado del ataque francés en la llamada Guerra de los Nueve Años y, en diciembre del año 1701, fue nombrado gobernador de la ciudad de Gibraltar por el rey Felipe V.
Cuando Diego de Salinas llegó a Gibraltar, que estaba amenazada, como Cádiz y Málaga, por la formidable flota de los aliados del Archiduque, una de sus primeras decisiones fue solicitar al Marqués de Canales, Secretario del Despacho de Guerra, y al Marqués de Villadarias, Capitán General de Andalucía, ayuda en hombres de armas, piezas de artillería y municiones, requerimiento que no obtuvo respuesta.
El mismo día que arribaron los navíos enemigos a la Bahía, una parte de las tropas que mandaba el príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt (unos 3.000 hombres) desembarcó en la playa, al norte del istmo, en Punta Mala. Diego de Salinas ordenó armar a todos los hombres disponibles para que, unidos a los setenta soldados de la guarnición, ocuparan los lugares más expuestos del recinto. Situó al maestre de campo, José de Medina, con doscientos hombres en el muelle Viejo; a Diego de Ávila, con ciento setenta, en el adarve que defendía la puerta de Tierra y al capitán de caballería, Francisco Toribio, con veinte hombres de la milicia, en el muelle Nuevo. En el castillo quedaron apostados los setenta hombres que formaban su guarnición.
Una vez que hubieron desembarcado los hombres de Hesse-Darmstadt y se aproximaron a la puerta de Tierra, los austracistas, conscientes de su supremacía en hombres y armas, enviaron al gobernador Salinas dos cartas, una firmada, unos meses antes, por el propio Archiduque Carlos, y otra por el príncipe alemán, en las que le instaban a rendir la plaza. El cabildo municipal y el gobernador Salinas respondieron que eran leales al rey de España, Felipe V, y que rechazaban la propuesta de capitulación de los anglo-holandeses.
El viernes 2 de agosto recibió Salinas una segunda carta del príncipe de Hesse-Darmstadt, en la que le exigía la rendición inmediata, so pena de proceder a bombardear la ciudad. Como en la ocasión anterior, la respuesta fue negativa. Ese mismo día se envió otra misiva por los asediados al marqués de Villadarias en la que le solicitaban ayuda inmediata. A las 5 de la mañana del día 3 de agosto comenzó un intenso bombardeo sobre Gibraltar desde las baterías embarcadas en los navíos. La población civil, para escapar de las bombas, abandonó la ciudad saliendo por la puerta de Carlos V buscando refugio en los entornos del oratorio de Nuestra Señora de Europa.
Tras cinco hora de bombardeo, arrasados algunos barrios de la ciudad y tomado el muelle Nuevo por el enemigo, persuadido Diego de Salinas de que los enemigos, que habían ocupado el muelle y cercado a los hombres y mujeres que se habían refugiado cerca del santuario de Nuestra Señora de Europa, podían tomarlos como rehenes, decidió capitular y entregar Gibraltar a las autoridades anglo-holandesas. Estas tomaron la ciudad en nombre del Archiduque Carlos. Entre las cláusulas de la rendición, los conquistadores aceptaron que la población civil que lo deseara podía evacuar la ciudad con lo que pudiera llevar consigo, aunque los que quedaran en el Peñón serían respetados y considerados como súbditos del Archiduque.
El 4 de agosto entraron las tropas aliadas en Gibraltar y el día 5 la mayor parte de los gibraltareños, con su gobernador, el Cabildo con los libros de Actas Capitulares y el pendón, optó por abandonar el enclave y establecerse en algunos cortijos y ermitas del término. De los 5.000 habitantes de Gibraltar, sólo permanecieron en la plaza tomada por los austracistas, setenta personas, entre ellas el párroco de la iglesia de Santa María Coronada, Juan Romero Figueroa, que no quiso dejar sin atención religiosa a los hombres y mujeres que decidieron permanecer en la ciudad. Con la firma del Tratado de Utrech, en 1713, vencedor de la contienda el rey Felipe V, la ciudad de Gibraltar no fue entregada al legítimo rey de España, sino que permaneció como una posesión más de los británicos hasta el día de hoy.
El gobernador Diego de Salinas, después de retornar a la capital del reino, fue nombrado por el rey Felipe V, en el año 1706, gobernador de Villaescusa de Haro, en Cuenca, un destino de escasa importancia, nombramiento que ha sido interpretado por algunos historiadores como un castigo, pues en ciertos ámbitos de la milicia su actuación como gobernador de Gibraltar fue considerada negligente al haber entregado la plaza a los anglo-holandeses y no haberla defendido con mayor ahínco, contando con los medios necesarios.
Diego de Salinas falleció en Madrid el 27 de noviembre del año 1720.

Diego de Salinas I
“El último de Gibraltar”, pintura de Augusto Ferrer-Dalmau que representa al gobernador Diego de Salinas abandonando el Peñón el 5 de agosto de 1704.
Diego de Salinas II
“Éxodo de Gibraltar”. Relieve en madera de José Ortega Bru (Ayuntamiento de San Roque)
Diego de Salinas V
La caqptura de Gibraltar, 1704.
Las fuerzas hispano-francesas atacan Gibraltar en 1704-1705

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