Autor: ANTONIO TORREMOCHA SILVA.
Doña Beatriz Ramírez de Mendoza, fundadora del convento de la Almoraima.
Había nacido en Madrid en el año 1556 en el seno de una noble familia de la ciudad. Era tataranieta de doña Beatriz Galindo, camarera mayor de la reina Isabel la Católica. Se crio en la Corte recibiendo una esmerada educación religiosa, que fue la base de su posterior dedicación a las fundaciones pías y a favorecer las órdenes religiosas reformadas -tanto masculinas como femeninas-. Contrajo matrimonio el 8 de abril del año 1584 con don Fernando de Saavedra, II conde de Castellar. A la muerte de éste, en 1596, vistió el hábito de viuda y se sometió a la regla teresiana del Carmelo, fundando el convento de carmelitas descalzas de Alcalá de Henares. Uno de sus confesores fue el mercedario fray Alfonso Monroy, el cual intervendría en la decisión de doña Beatriz de patrocinar y fundar el primer convento de la Orden de la Merced Descalza en la Almoraima.
Unos años antes de morir su marido, mandó edificar la ermita de Nuestra Señora de los Reyes, no lejos de la torre de la Almoraima, para que un clérigo celebrara misa los domingos y fiestas de guardar y pudieran asistir a ella los vaqueros que residían en aquellas dehesas alejados de la villa y de su iglesia.
A principios del año 1603, un grupo de mercedarios, presidido por fray Juan del Santísimo, decidió acometer la reforma de la Orden de la Merced, consagrada desde sus inicios en 1218 a la redención de cautivos, pues pensaban que había decaído de su primitivo fervor, en parte por la falta de actividad redentora cuando la guerra de frontera contra los musulmanes hacía más de un siglo que había acabado. Se presentaron ante la condesa de Castellar, doña Beatriz Ramírez de Mendoza, para solicitarle que se constituyera en patrona y fundadora de la nueva Orden de la Merced Descalza, y que les edificara unos conventos para establecerse. Ella les dijo que el primero de ellos estaría en el llamado “desierto de la Almoraima”, en la ermita que había fundado, con su marido, siete años antes.
Las Constituciones de la nueva Orden de los Mercedarios Descalzos, elaboradas por doña Beatriz y el fraile mercedario Cristóbal González, fueron aprobadas en el Capítulo General de la Orden, celebrado en Guadalajara el 12 de abril de 1603. En el preámbulo, la Condesa fundadora exponía lo siguiente: “que lo fundaría en la iglesia de Nuestra Señora de los Reyes, que yo misma edifiqué a una legua de la villa de Castellar, enfrente de la torre de la Almoraima”.
El convento de la Almoraima se fundó, mediante documento firmado por la Condesa, en Madrid, el 19 de abril del año 1603, dotándolo con una renta anual que ascendía a 941 reales sobre el almorifazgo de Indias, añadiéndole la capellanía de 22.856 maravedíes que instituyera su marido en la ermita de Nª Sª de los Reyes. Además, les dio a los frailes mil ducados, pagados en dinero de contado en la villa de Castellar, “los cuales se habían de gastar y consumir en la dicha obra del convento y no en otra cosa”. En otro lugar del documento se refiere que la Condesa concedía, además, a los frailes fundadores, para siempre jamás, “la huerta que está pegada a la dicha iglesia, con sus frutales y aguas dulces…”.
El día 8 de mayo de 1603, festividad de San Miguel Arcángel, los frailes reformados vistieron los nuevos hábitos, que habían sido confeccionados por la propia doña Beatriz Ramírez de Mendoza en su palacio de Madrid. En el mes de septiembre partieron los frailes de la capital de España llevando, en un carro, la imagen del Santo Cristo de la Almoraima, que había sido encargada por la Condesa a unos talleres de Madrid en el mes de abril. En Sevilla embarcaron en un navío que los condujo hasta Gibraltar y, desde ese puerto, marcharon a la Almoraima transportando la imagen del Cristo sobre una mula, tomando posesión de la ermita de Nª Sª de los Reyes el día 4 de octubre del año 1603.
El edificio actual, con su iglesia, retablo mayor, claustro y dependencias conventuales, fue construido a mediados del siglo XVII por orden y a expensas de don Fernando Miguel Arias de Saavedra, IV conde de Castellar, nieto de la fundadora. Los frailes mercedarios ocuparon el convento, las tierras y otras propiedades, que habían ido atesorando desde su fundación, hasta el año 1839, cuando fue desamortizado por el Gobierno de la Nación. Sin embargo, la Casa Ducal de Medinaceli, que ostentaba el título de Condes de Castellar, logró que se le reconociera su propiedad y se le devolviera el edificio en el año 1865, cuando se amplió para convertirlo en una residencia palaciega. La imagen del Santo Cristo de la Almoraima, que estaba entronizada en el retablo del lado de Evangelio de la iglesia conventual, fue donada por los herederos de la Duquesa de Medinaceli, su propietaria, al pueblo de Castellar en el año 1971, presidiendo hoy el altar mayor de la iglesia parroquial del nuevo pueblo de Castellar.
Doña Beatriz Ramírez de Mendoza fue una ferviente seguidora de Santa Teresa de Ávila y de su reforma de las Carmelitas Descalzas. Además del Convento de la Almoraima, fundó otro para los mercedarios descalzos en El Viso del Alcor y, otro monasterio, en Madrid, para las Carboneras del Corpus Christi de la Orden Jerónima Descalza. En ese convento fue su primera abadesa y en su iglesia reposan sus restos en una hermosa sepultura. Murió novicia, aún siendo superiora del citado monasterio, ya que no pudo profesar debido a una disposición testamentaria.
Falleció el día 4 de noviembre del año 1626.