Dicen que, cuando el joven doctor leyó en la placa que identificaría su consulta “Dr. Fernando Bachiller. Pulmón y Corazón”, exclamó que eso parecía el reclamo publicitario de una casquería. Poco podría imaginar aquel ilusionado médico primerizo, recién llegado a La Línea de la Concepción, que su trayectoria iba a resultar tan fructífera para la ciencia, especialmente en sus estudios sobre la tuberculosis.