Gibramonte, años veinte del siglo pasado. Enrique Irbán es un joven periodista con pretensiones de escritor que deambula por las calles del Peñón con la perseverancia de las pasiones impuestas. Intenta cubrir los vacíos de un ocio constante con varias mujeres con las que personifica unas relaciones amorosas literarias y vacías, al igual que las de las coetáneas novelas galantes. Junto a otros personajes femeninos, el protagonista alterna el trato con Mercedes, su esposa, Lily Rivero, una joven amante local y Barbarita, una recién llegada tan atractiva como los retratos burgueses de Gainsborough. En ellas se inspira para escribir la que quiere ser la novela de su vida, aunque no deja de lado la relación superficial con amigos, músicos, comerciantes que, como él, pasean ociosos por una ciudad que se convierte en paradigma de prisión, de lugar conservador y claustrofóbico, dominado por una élite colonial que discrimina a unos habitantes locales que ni hablan ni piensan como ella. El soporte autobiográfico y las reflexiones sociales motivaron que Barbarita, la novela que acabó publicando Héctor Licudi en 1929, fuera perseguida y el autor apaleado. Desde entonces se ha convertido en un raro ejemplar.